sábado, 26 de septiembre de 2020

Hoy siento un día raro

 


Hoy siento un día raro, podría decir "un día especial" o "un día espacial", que resulta más poético, pero no... es un día raro.

Atardece, las lejanas luces empiezan a encenderse al otro lado del barranco, las nubes plácidas, oscuras, ocultando las estrellas, las aves nocturnas comienzas su canto. Las águilas, los cernícalos, los loritos verdes, los gallos y las gallinas, se han ido a descansar hasta el nuevo día.

Me asomo a la ventana y siento la suave brisa del otoño recién estrenado. El mundo parece parado, apenas veo coches circulando en la lejanía. No oigo a los niños jugar en el barranco, ni a los jóvenes discutiendo a gritos por el fútbol en la plaza, ni siquiera el Reggeaton insufrible de la vecina de arriba.

Huelo, siento el mar en el este, el Gran Océano. Se respira una paz especial. Un nocturno de Chopin de fondo, espléndido, relajante, acompañándome en estos instantes de profundidad. 


Siempe hay un momento de tremenda quietud incluso en los tiempos de crispación y desasosiego. Mi corazón respira suave y apaciblemente disfrutando de la ausencia de ruidos y escuchando la melodía del silencio, acompañada del piano.

Un perro ladrando en la lejanía, el guardián de las plataneras, su ladrido denota aburrimiento, es ya el final del día, y le importa un pepino quien pase por ahí.

Y vuelta a empezar de cero, nunca puedes imaginar lo que vas a ser el día de mañana, la realidad da vueltas insospechadas, pero la mía, mi realidad, es empezar de cero... y volver a empezar, desaprender lo aprendido, para volver a comenar un nuevo paradigma. Formatear el disco duro versus cerebro cada día, para eliminar los patrones mentales y... vuelta al punto cero, a veces me agoto de este "empezar de cero", pero... vuelta a comenzar.

Mientras estaba escribiendo el parrafo anterior, de repente la música ha enloquecido, metiéndose las notas del piano vibrantes en mis sienes, como queriendo confirmar lo que estaba escribiendo en ese momento.

Todo tiene su lenguaje su significado, todo está conectado, aunque muchas veces me rebele, me entre la gran duda, o el gran enfado. Pero he aprendido a aceptar mis estados de ánimo, a abrazarlos y no caer en la falacia de querer ser perfecta.

La noche está mágica, se oye la puerta de metal de la entrada, la vecina de enfrente sale...

El piano me acompaña allí donde esté,

Me siento meláncolica y quiero irme pronto a conectar con el mundo de los sueños.

Hoy siento un día raro...

 

 Y después de la noche vuelve el día.

 

 

Aguamar Nómada - La abuela Tejedora de Sueños

25 de septiembre de 2020

 Las Palmas de Gran Canaria 






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